Uno de los restos actuales de los departamentos de formación y gestión del cambio, en las empresas, es cómo miden el impacto de las distintas iniciativas formativas que llevan a cabo. Todos somos conscientes de que la formación ayuda a la organización y que aporta valor. Pero también es cierto que el impacto en los resultados finales en términos de ROI no se puede medir de forma directa. Porque la formación es una de las muchas acciones simultáneas que se toman en la organización para alcanzar sus resultados.
Entonces, ¿cómo podemos evaluar los distintos proyectos formativos en función de su impacto en la organización? La vía que proponemos es reduciendo la complejidad del problema, observando el impacto que tiene a lo largo de la cadena de generación de valor de la empresa, donde la formación es un eslabón más. Observamos el impacto que tiene en el desempeño (performance) de cada uno de los miembros del equipo antes y después de la formación, medido en términos de KPI concretos de actividad.
Así seremos capaces de descomponer el problema, monitorizar todos los eslabones que participan en los resultados y separar el factor humano, lo específico de cada persona, de otros factores de negocio, a la hora de imputar el impacto de la formación. De este modo no pretendemos identificar el ROI global de una formación, sino el impacto en el performance específico de actividades clave de las personas que generan el valor que podemos traducir a ROI. A esta capacitación de personas para mejorar su aportación de valor lo denominamos skilling, donde su aspecto clave es enfocar la formación a la consecución de objetivos de negocio concreto, medidos a través de KPIs.
3 piezas clave para un cambio de paradigma
Los tres elementos que son necesarios para esta forma de evaluar los proyectos formativos y de capacitación en las organizaciones son:
- La acción formativa, que fraccionamos en elementos más pequeños y modulares que nos permiten adaptar la oferta y recomendación
- KPI representativo del performance de la actividad impactada por la formación. Habitualmente indicadores de proceso o conocimiento que podemos impactar de forma más directa.
- Trazabilidad, tanto de la formación como de la actividad y los resultados de la empresa.
Recoger esta información con el nivel de detalle que requiere y analizarla sacando conclusiones sobre el impacto de la formación personalizando esta recomendación no era imposible antes de contar con la Inteligencia Artificial. La Inteligencia Artificial pasa a incorporarse en la definición del proceso formativo, la generación de contenidos, y la disponibilidad de nuevos canales como son los chatbot. Añadiendo esta tecnología generamos unas capacidades de gestión e impacto que no tienen precedentes.
Desde Enzyme detectamos la carencia en el mercado de una solución que facilitará esta medición del impacto de la formación y desarrollamos AIm, una plataforma modular a partir de Pepermint, que atendiera al proceso de la formación desde la medición del impacto que tiene está en el performance de las personas y, por lo tanto, por último en los resultados de la organización.
Cómo funciona AIm
AIm funciona realizando cinco pasos:
- Conexión. Es capaz de leer de los dominios de formación y de negocio. Por ello incorpora datos de ambos ámbitos de información.
- Foco. Incorpora una metodología que ayuda a poner foco en un número reducido de indicadores clave que midan el performance que perseguimos mejorar.
- Propuesta de itinerarios. El motor de Inteligencia Artificial identifica a las personas, sus roles y las formaciones de mayor impacto.
- Recomendación en el puesto. A través de un chatbot AIm es capaz de interactuar con los trabajadores en su puesto de trabajo para hacer recomendaciones de formación.
- Aprendizaje continuo. El sistema, a partir de evidencias, aprende qué formaciones tienen más impacto en qué personas y bajo qué circunstancias, mejorando la propuesta de itinerarios y las recomendaciones en el puesto.
Desde el punto de vista tecnológico, AIm se conecta con cualquier plataforma de formación, funciona como un motor de especializado donde utilizamos el chatbot como un elemento de dinamización. Esto permite que aporte a la formación tanto la vía escrita como por voz. Y lo más importante es que dispone de un back office basado en Inteligencia Artificial, con soporte conversacional de IBM Watson, que gestiona la con el motor de personalización en la formación.
Beneficios de AIm
Disponer de un motor que nos ayude a gestionar y medir el impacto de la formación tiene muchos beneficios:
- Mide la capacitación que consolidamos en las personas de forma continua.
- Dispone de trazabilidad adicional de los esfuerzos formativos.
- Dinamiza la ejecución de la formación de refuerzo a través del bot.
- Adapta el aprendizaje para priorizar el impacto en el desempeño individual a través de la recomendación personalizada.
- Identifica qué formaciones ofrecen más impacto.
- Identifica a qué personas va a ayudar más cada formación para alcanzar sus objetivos.
Con todo esto disponer de una solución como AIm se convierte en una ventaja estratégica dado que nos va a permitir medir el impacto que tienen los distintos esfuerzos de formación en la mejora de la capacitación de nuestros recursos humanos y, por lo tanto, asegurar que la organización se adapta a las necesidades del entorno y con ello mejora sus resultados.