El uso de los LMS (Learning Management System o Plataformas de Gestión de la Formación) está muy extendido y bien sea en la escuela, en la universidad, en nuestro trabajo o en un curso MOOC, la mayoría de nosotros hemos realizado alguna formación online en algún momento de nuestra trayectoria académica o profesional.
Surgida al final de los años 90 y derivada de los CDs multimedia que capitalizaron la revolución del aprendizaje a través de ordenadores, los primeros pasos en la formación a distancia se realizaban con webs y aplicaciones interactivas que bajo la apariencia de lo que hoy llamaríamos cursos, permitían al usuario leer contenidos y realizar actividades evaluativas. Con la irrupción y normalización de Internet como la plataforma de contenidos por excelencia, comenzaron a aparecer las primeras plataformas de formación. Estamos en los primeros años del milenio periodo durante el cual la formación a distancia era un verdadero “far-west” con unos pocos intrépidos, mucha ilusión y esfuerzos titánicos para lograr sacar adelante un proyecto de formación en línea.
A partir de 2004, estándares como SCORM y la aparición de plataformas de código libre más la consolidación de productos de LMS de empresas privadas hacen que se construyan entornos de formación on-line o eLearning. Desde entonces, estas han sido las novedades:
- la irrupción de las comunidades formativas a partir del 2009
- el microlearning, como vehículo preferido de contenidos de impacto cortos
- la aparición, acaparamiento y muerte del Flash como plataforma de desarrollo de contenidos de formación
- la generalización del uso del video como medio multimedia predilecto
- la llegada del TinCan como protocolo que debía sustituir a SCORM … ¿alguien lo usa?
- la gamificación como panacea, hasta descubrir que la gamificación bien hecha cuesta bastante más que un PPT aderezado con Articulate y que los exiguos presupuestos de formación pueden darse pocas alegrías
- la llegada del HTML5 para movilizar plataformas y contenidos y dar soporte a tablets y smartphones
Es decir, las evoluciones de las plataformas de formación y de contenidos se limita prácticamente a utilizar el ámbito social para soportar procesos formativos y buscar contenidos más cortos para que se puedan consumir más fácilmente y más ubicuamente, con un poco de salsa gamificada para los afortunados. El resto son mejoras tecnológicas que evolucionan lo que había. Los alumnos se sientan delante del ordenador con una expectativa bastante parecida a ver un PPT más o menos interactivo, algún video y a responder las preguntas.
Paralelamente el mundo también ha cambiado. Las redes sociales tienden hacia la imagen y el chat, hacia la conversación, la “whatsappización” o “instagrameo” si se me permiten los barbarismos. Los contenidos vuelan hacia la “netflixación”, yo decido cuando quiero consumir qué y además la oferta entre la que escojo es muy personalizada. Además hemos constatado con iniciativas como la presunta manipulación de opinión a través de Facebook por parte de Cambridge Analytics que se puede generar una percepción e incluso opinión muy condicionada cuando interactúan plataformas sociales, contenidos escogidos y la analítica de datos. Por último, 2018 ha sido bautizado como “el año de los Chatbots” que han supuesto una verdadera explosión en el uso de sistemas más o menos inteligentes que automatizan procesos de conversación ganando muy rápidamente en calidad, capacidad y versatilidad. ¿Quién no ha interactuado alguna vez con un asistente virtual?
Es por todo esto que podemos dar un paso de gigante en la formación volviendo al concepto clásico, socrático del aprendizaje como conversación. Conversación entre el alumno y el profesor que la digitalización nos invita a mantener entre alumno y profesor virtual o asistente de conocimiento.
El aprendizaje va hacia una conversación escrita o hablada, con una interacción de contenidos (no sólo texto, of course!) que nos permitan aprender cuándo y cómo necesitemos. Donde los contenidos que tendremos a nuestra disposición serán muy personalizados, gracias a la analítica y a la interacción con nuestro asistente y nuestros propios deseos. Netflix, WhatsApp, Instagram y Facebook todo en uno, para formarnos. Sin LMS, sin portales monolíticos. Una interacción fluida, a medida, asistida.
Esto me hace pensar qué riesgo hay que estas tres últimas plataformas tengan un dueño común (Facebook) y cómo lo que aprendemos en nuestro día a día está influenciado por estas plataformas de relación y sociales. Pero como suele pasar con la tecnología, este riesgo también es una oportunidad sin precedentes para cambiar la forma de aprender y evolucionar gracias a la digitalización para recuperar la conversación de aprendizaje, perdida en el eLearning desde el nacimiento de los CDs multimedia.